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Il Campo dei Fiori

Queridos compañeros.

Me alegro de que se me conteste ya que es indicativo de que alguien lee lo que aquí se pone y de que las palabras sirven para eso: comunicar. Lamentablemente veo que se me ha malinterpretado, por lo que voy a dar unas sencillas explicaciones que en otros foros suelo omitir (dado que normalmente tampoco me las piden).
 


El articulillo “Leyendas urbanas” se me ocurrió viendo a algunos tiradores de recurvado olímpico  en la última tirada de Liga Vasca celebrada en nuestro Club y recordando las enseñanzas de quien me inició en el Tiro con Arco, un tal J. R. al que creo que no tuvisteis la “desgracia” de conocer. Vayan de antemano pues mis disculpas si alguien se ha dado por aludido, no me refería a nadie, estaba pensando en mí y en el arduo camino que tuve que recorrer para deshacerme de algunos vicios adquiridos.

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Del Arco al longbow

Del Arco al longbow (III)


Puntas, plumas y flechas.

Basándose en arcos posteriores, se ha estimado que estas armas, tenian alrededor de unos 60 Kilos de potencia aunque podían llegar a los 80 kilos. Las flechas eran de fresno, álamo o sauce y el empenaje se hacía con plumas de oca. Tenían nombres muy variados además de los corrientes de flecha, saeta o sagita. Las puntas utilizadas eran de diferentes tipos. Si bien la triangular, con ángulo muy abierto, que se empleaba a menudo para la caza, resultaba del todo inadecuada para la guerra ya que dada su forma podía penetrar a través de las mallas de las cotas. La punta clásica tenía forma de hoja con los bordes muy afilados y pesaba entre 15 y 45 gramos. Había también las puntas de tres caras (passadoux), que estaban concebidas para perforar y atravesar las armaduras.  Este tipo se vió sustituido, en el siglo XIV, por el punzón ( en inglés bodkin) de varias caras, que era capaz de perforar una armadura desde una distancia de 50 metros. Pero existía todo un surtido de puntas adaptadas a las distintas acciones: flechas ganchudas, llamadas dardos, barbillas o de garfio, cuya punta estaba provista en su parte inferior de dos ganchos que dificultaban su extracción; flechas en media luna, cortacorvejones o lunas, cuya punta en forma de media luna de interior muy afilado servía, en su origen, para cortar los cabos de los aparejos en los combates navales, pero que más adelante se utilizaron para cortar los corvejones de los caballos y de este modo hacer caer al jinete y dejarlo indefenso. Por último, había flechas incendarias que llevaban una estopa enrollada a la que se prendía fuego, flechas plomadas muy pesadas y flechas muy ligeras destinadas a engañar al enemigo respecto a la distancia desde donde se disparaban. El alcance estaba en función del peso de la flecha; las más ligeras podían llegar hasta 200 metros. Pero la ventaja del arco sobre la ballesta estaba en su velocidad de tiro: un arquero medio podía lanzar diez flechas por minuto; los mejores lanzaban veinte.